Breve apunte de las Brujas de Salem

 La historia de las brujas de Salem nos suena a todos, la hemos visto referenciada en infinitas ocasiones en libros y películas y seguramente incluso hayamos hablado de ella en ocasiones pero, al menos en mi caso, sin tener una idea concreta de lo que realmente sucedió. Es por ello que me propuse empezar el año con este post que, si bien no entra en detalles (si esto es interesa, he visto que hay papers que tratan sobre todo el aspecto jurídico de los juicios), espero que os aporte un panorama general de lo que ocurrió en Salem, Massachusetts, durante el año 1692 y el 1693.

El primero de nuestros protagonistas es el reverendo Parris, un hombre obsesionado con ganarse no solo el favor de Dios, sino también el de los habitantes de Salem, que sin embargo parecían rechazarle por la excesiva disciplina que imponía a sus hijos, así como por su arrogancia. Para el reverendo trabajaba Tituba, una sirvienta procedente de Barbados que hablaba a la hija de Parris, Betty, y a su prima Abigail Williams de los rituales de vodoo que practicaba así como otra serie de historias extrañas o misteriosas a ojos de la comunidad, formada básicamente por puritanos. Se dice que ambas jóvenes acudieron en una ocasión a bailar desnudas en un bosque de las inmediaciones mientras Tituba practicaba un ritual en un enorme caldero. Se dice que, desde aquel momento, se presenció a ambas jóvenes sufriendo extraños acontecimientos como convulsiones, pronunciación de extrañas palabras, bruscos cambios de humor que parecían extremos e inexplicables y el sufrimiento de comportamientos que se describían como animales, bestiales. La única explicación posible para los puritanos de Salem es que Tituba, con su ritual, hubiese inoculado en las niñas estos males.

Sin embargo, hoy en día se cree que la mayoría de estos supuestos síntomas causados por una bruja fueron inventados y exagerados, y que lo único que ocurría entre ambas jóvenes eran juegos sexuales que, obviamente, debían ocultar a toda costa, sirviéndoles Tituba de excusa perfecta. También se ha barajado que las muchachas podían sufrir epilepsia o que algún agente tóxico fuera el causante de alguno de esos síntomas. Relacionado con esto último, también hay historiadores que afirman que la población de Salem pudo intoxicarse de cornezuelo de centeno, cereal que posee una toxina con la que se elaboran drogas alucinógenas como el LSD, y que se ha barajado como explicación de otros hechos insólitos de la historia, como puede ser la epidemia del baile de 1518. Lo que sí sabemos con certeza es que, si el comportamiento de las niñas tenía un componente sexual pero lo ocultaban confesando  que habían sido fruto de un embrujo no tendrían que cargar con ningún tipo de culpa o consecuencia. Se decidió que, para saber si las niñas habían sido o no hechizadas por Tituba, su marido debía darle a un perro un preparado de harina de centeno y orina de bebé. Si el perro sufría convulsiones o algún otro síntoma, probaría el hecho de que Tituba era una bruja.

En el juicio, Tituba se vengó asegurando que un hombre misterioso "de pelo oscuro, que a veces tomaba forma de cerdo o pelo negro" que no era otro que Satanás, le había enseñado El libro del Mal, un tomo en el que aparecían los nombres de las jóvenes del pueblo a su servicio, entre las que, por supuesto, se encontraban Betty y Abigail, además de otra niña de doce años, Ann Putnan, que en una ocasión había dicho a sus padres que una bruja en el bosque había intentado decapitarla. Sin embargo, Tituba fue juzgada igualmente, se declaró culpable para librarse de las torturas y fue encarcelada durante un año. Esto es algo que debemos tener en cuenta, y que a menudo no es menciona al hablar de las brujas de Salem: quien confesaba su delito de brujería no era condenado a muerte, la pena era únicamente para aquellos que lo negaban en todo momento.



Llegados a este punto, la histeria era tal que todo el mundo empezó a acusar de brujería a las ancianas solitarias, mendigas o, directamente, a las vecinas con las que tenían algún tipo de rivalidad. Además, durante los juicios parece que los magistrados presionaban para obtener nombres y acusaciones, ávidos de condenar a todas las brujas del lugar. Sarah Osborne y Sarah Good, por ejemplo, fueron algunas de las víctimas de este estado de histeria, y murieron ahorcadas por no confesar su condición de brujas. Ambas habían sido acusadas en un primer lugar por las adolescentes, junto a Tituba, que después se había encargado de asegurar que había leído sus nombres en el ya citado libro, seguramente para apartar el foco de atención de su persona y de su marido, quien también practicaba, en teoría, rituales de vodoo. Finalmente, se llegó a condenar como brujas a mujeres cuyos delitos eran tan cuestionables como los de Bridget Bishop, a la que se acusó por ser abierta y amigable (incluso con los hombres) y haberse casado tres veces. Otro ejemplo de este tipo es el de Martha Corey, a quien se cree que se acusó porque no dudaba en señalar los problemas internos de la iglesia cuando los veía. La locura generalizada de la población puede verse perfectamente en el caso de Rebecca Nurse, que fue acusada y declarada inocente por el juez. Ante esta absolución, el pueblo se levantó y dedicó a llevar a cabo todo tipo de actos de vandalismo tan violentos y exagerados que el juez se asustó y tuvo que rectificar, ordenando que la ahora condenada fuera ajusticiada de inmediato.

Los juicios se extendieron desde enero de1692 a mayo de 1693, y afectaron a distintos condados de Massachusetts: Essex, Suffolk y Middlesex. En total, en todos los juicios de los distintos tribunales (el del condado y los de la Corte Superior de la Judicatura) llegaron a tener entre 150 y 200 acusados, y sería mayor aún si se tuviera en cuenta a los apresados a los que, sin embargo, no se llegó a acusar oficialmente en un tribunal. 19 fueron las personas condenadas a muerte, aunque habría fallecidos en prisión, sobre todo a causa de las torturas con las que se buscaba su confesión. 

A pesar de las teorías que anteriormente hemos mencionado y que podrían explicar el origen de estos fatídicos acontecimientos, el que la mayoría defiende es el de la histeria colectiva causada por el ambiente que fomentaba el puritanismo: la represión, la culpa ante cualquier fallo en la estricta norma religiosa, la educación que recibían los niños para que asumieran estos valores como propios desde niños. De este modo, se podría explicar que las niñas sufrieran extraños síntomas corporales causados por la culpa y la ansiedad que producirían en ellas hechos como el de tener curiosidad sexual, haber bailado desnudas como supuestamente se afirma o haber coqueteado con prácticas como el vodoo, aunque fuera únicamente escuchando con atención los cuentos de Tituba. De hecho, antes de que los acontecimientos de Salem tuvieran lugar un médico inglés, Thomas Syderham, había asegurado que la histeria colectiva era capaz de causar consecuencias físicas en un individuo que la sufriera.

No hubo que esperar muchos años hasta que los tribunales de Massachusetts se dieran cuenta del poco fundamento con el que habían juzgado y condenado a tantos supuestos brujos, y de hecho en el año 1703 se afirmó que la mayoría de las pruebas que se habían aportado en los juicios eran en su mayoría volátiles e insuficientes, siendo en muchos de los casos únicamente declaraciones de supuestos testigos.

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